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Segunda División B

El Lucena consigue una victoria ante el Estepona

Árbitro: Santos Pargaña (andaluz). Perfecto. Siempre dio la opción de dejar jugar antes de pitar alguna infracción. Al final le costó frenar las pérdidas de tiempo del Lucena y tiró de las tarjetas. Amonestó al portero suplente del Estepona, René (81'), y al técnico del Lucena, Alberto Monteagudo (83').

Tarjetas: Amarillas Babin (20'), Velázquez (38'), Jesule (59'), Catanha (78'), Marín (82') y Memo (86').

Gol 1-0 (45') Domingo. Quique bota un córner desde el costado izquierdo del ataque lucentino y Domingo se anticipa a su par para conectar un cabezazo picado que supera a Novoa.

Incidencias: Partido correspondiente a la duodécima jornada de Liga en el grupo IV de Segunda B disputado en la Ciudad Deportiva de Lucena ante unos 400 espectadores.

El Lucena se deshizo ayer de la mochila de la incertidumbre y el sinsabor que le ha acompañado en las últimas ocho semanas. Hacía 56 días que no encaraba el vestuario al término de un partido con el rostro henchido de felicidad, satisfecho por el juego y el resultado. Desde que goleó al Marbella en la tercera jornada no sabía lo que era vencer. Mucho tiempo.
Muchas dudas. Pero ante el Estepona dijo adiós a esa pesada losa con una victoria sufrida, cimentada en un único tanto de Domingo al filo del descanso y una seriedad defensiva a prueba de bombas. Porque si durante el primer tiempo, cuando la batalla estaba abierta y ambos equipos iban a cuerpo descubierto a morder a su enemigo, mereció algún gol más, tras el descanso se fue diluyendo hasta acabar encerrado en su propia área, encomendándose a dos manos salvadoras de Toni García para mantener su exigua renta hasta el pitido final.

Era un duelo de urgencias. Tanto el Lucena como el Estepona veían en él la oportunidad perfecta para enterrar sus penas. Pero raramente en el fútbol pueden ganar los dos. De la Ciudad Deportiva salió airoso el cuadro local, que puso fin a ocho partidos sin ganar. Lo hizo frente al peor visitante de todo el grupo IV: seis desplazamientos y un empate.
Ése es el balance del cuadro malagueño, que encaró la cita jugando sus cartas descaradamente al contragolpe. Raúl Procopio dibujó un 4-5-1 con Catanha como punta de lanza y dos bandas incisivas para hacer frente al cuadro celeste, que se la jugó de nuevo con dos delanteros -Cabello y David Agudo- por delante de Quique, el cerebro de un mediocampo que empieza a cogerle el gusto a rasear, que se ha dado cuenta de que para llegar al área enemiga hay bastantes más argumentos que el pelotazo.

Lo cierto es que el Lucena salió con ganas. Juanma Cruz apareció por la derecha para poner un envío que no encontró rematador por poco. No se había cumplido aún el primer minuto. Poco después, un saque de banda a escasos metros del banderín de córner originó la primera gran ocasión local, pero Novoa estuvo rápido para salir a los pies de David Agudo, que había recogido un balón en el área pequeña.
Las transiciones eran rapídisimas. No había lugar para el respiro. Chupi cabeceó mansamente un envío de Lalo desde la derecha para dejar constancia de que el Estepona también quería atacar, aunque la respuesta lucentina fue bastante más peligrosa: Cabello se plantó ante Novoa, lo superó con un sutil toque con el exterior de su pie derecho y, cuando ya se disponía a celebrar el gol, Jesule sacó bajo palos.

El conjunto de Monteagudo quería abrir la lata antes del intermedio. Juanma Cruz lo intentó con una vaselina imposible que se encontró nuevamente con la mano salvadora de Novoa, que no pudo hacer nada en la última jugada del primer acto. David Agudo sacó un córner de la nada y, tras el saque de Quique, Domingo se elevó para superar a toda la zaga malagueña.

La mitad del trabajo estaba hecha. Quizás por eso, el Lucena provocó que el ritmo del partido decayera de lo lindo en el segundo tiempo. Eso sí, antes pudo sentenciar con un remate a la carrera de Agudo que Novoa envió a córner y una falta de Cabello. Con el choque en una fase de letargo, Procopio movió ficha y dio entrada a tres hombres de ataque para buscar el empate. Poco a poco, y aunque las ocasiones del Estepona no llegaban, el encuentro empezó a jugarse en campo local.
Ayudaron los cambios de Monteagudo, que dibujó un perfil más defensivo, pero la verdad es que el miedo empezó a apoderarse de más de uno. Santos Pargaña echó una mano al anular por manos un gol a Memo, pero el salvador local fue Toni García. Ya en el descuento y con Novoa también al ataque, primero abortó un cabezazo de Catanha y luego hizo lo propio con otro testarazo de Fernando. Ahí murió el partido. Así se enterró la mala racha lucentina.

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